25.7.08

LA TORMENTA PERFECTA

LA TORMENTA PERFECTA

Para mí es reciente la información acerca de los cazadores de tormentas, que pueden recorrer cientos de kilómetros por imposibles sendas con tal de contemplar el estallido fulgurante de tempestades apocalípticas, de esas que visitan los trópicos y constituyen un espectáculo mil veces más espléndido que aquellos que la televisión pueda mostrarnos, en nada parecidos a la vida ni a la experiencia real.
No eran cazadores, sino pescadores de albacora, los que vivieron involuntariamente una tormenta apoteósica entre Glouscester, Massachussetts, EE.UU, y la isla de Sable en octubre de 1991. Soñando con el precioso tesoro que podrían albergar en las bodegas del Andrea Gail, el capitán Billy Thyne decidió hacerse a la mar sin sospechar la que se les venía encima. Basada en este hecho real, Sebastian Junger escribió una novela, que Wolfgang Petersen adaptó al cine. No voy a comentar de momento el sorprendente desenlace ni las relaciones humanas que se establecieron entre ellos en las fronteras de la muerte. Sólo me sirve de metáfora.
Una tormenta perfecta es aquella que tiene varios frentes de diversas procedencias y que al chocar entre sí conmueve los cimientos de la tierra y hasta los dominios de Poseidón. Si además se mezclan un origen frío y otro caliente, amén de un potente huracán sureño como en este caso, ya pueden imaginar su energía destructora.
Algunos economistas escriben actualmente sobre este tipo de tormentas para visualizar la situación actual que amenaza al mundo. Más adelante trataré estos factores de profundo riesgo. Sin embargo, no son únicamente los elementos financieros los que nos alertan de una debacle, sino que a estos se suman otros frentes que desbordarían con mucho esta tormenta económica. El barco carece de timón, el capitán está borracho, el contramaestre se ha metido en la bodega aterrado, los motores se han anegado y los marineros no saben a qué acudir. Achican el agua, que sigue entrando por babor y estribor, mientras las olas se agigantan y rugen enfurecidas. La radio no funciona, sólo la televisión pasa publicidad y programas de entrenimiento, cuyas risas y gritos compiten en volumen con los bramidos de una naturaleza salvaje.
Me imagino algo semejante al capítulo de la Odisea en el que Ulises y sus hombres se tendrían que enfrentar a las dos monstruas habitantes del estrecho de Mesina: Escila y Caribdis. La primera vivía en un amenazante acantilado, y la segunda era un peligroso remolino:

“Mirábamos sólo a Caribdis temiendo la ruina y Escila, entretanto, raptonos seis hombres que arrancó del bajel, los mejores en fuerza y en brazos. Yo, volviendo la vista a la rápida nave y mi gente, alcancé a contemplar por encima de mí el remolino de sus manos y pies que colgaban del aire”. (XII, 245-250)
Los supervivientes, ya mar adentro e incrédulos aún de estar vivos, divisaron extasiados la hermosa isla del Sol, aquella que tanto la maga Circe como el adivino Tiresias les habían prohibido. Sin embargo, la insistencia de los marinos doblegó la voluntad de Ulises y arribaron a la isla con la interdicción, eso sí, de que no tocaran los rebaños bajo ningún concepto. Aquella misma noche, Zeus les envió unos vientos australes que les obligaron a guarecerse durante un mes en una cueva, viviendo de las reservas existentes, hasta que “el hambre roía sus entrañas”. Morir de hambre era lo peor, irrumpió el fogoso Euríloco: “¡Vamos, pues! Acosemos las vacas del Sol y, cogiendo las mejores, hagamos cumplida hecatombe a los dioses.” (340-45) Tras atracarse durante una semana, los vientos se aplacaron y se hicieron a la mar, una trampa del divino Zeus para hacer explotar, ahora sí, “la tormenta perfecta” y mandarlos de nuevo a las fauces de Escila y Caribdis.
Ante la actual crisis, muchos economistas, mandatarios, especuladores financieros y ciudadanos de a pie sólo esperan que escampe, y en cuanto alcancen a divisar una cualquiera isla del Sol zamparse todas sus vacas. ¡Bravo! No intentan tomar otro camino, ni siquiera consideran iniciar otro modelo económico, de vida, de gasto, de inversión, de sostenibilidad, sino seguir igual y a mayor escala: acabar con todo. Ante las posibles hambrunas, más transgénicos; frente a los disparados y disparatados precios del petróleo, más perforaciones; contra la delincuencia, más cárceles; frente a la emancipación de las mujeres, más asesinatos; más policía para combatir el éxodo desesperado de los pueblos; contra la violencia, más violencia en definitiva.
CASANDRA



























































































































































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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece que no quiere contar nada de su altruista viaje. De todas formas, me parece interesante lo que dice. La cuestión de paliar las hambrunas mediante los transgénicos es algo lamentable, se intenta evitar un problema que se agravará a medio o largo plazo, alimentarse a base de ese tipo de alimentos puede acarrear la aparición de enfermedades y la mayoría de los ciudadanos desconocemos qué consecuencias puede traernos.

Anónimo dijo...

He de confesar que cuando habla de literatura me siento algo inculta :P. Ni siquiera he leído la Odisea siendo un libro muy conocido, lo agregaré a mi lista de los próximos libros que pretendo leer.

Ya que brevemente menciona la ola reaccionaria ante el feminismo, recomiendo la siguiente lectura de Kira Cochrane:

Guerra sin cuartel al feminismo

detalla un poco los mecanismos.

Bienvenida otra vez. Tengo su blog sindicalizado para que se me notifique cuando escribe algo nuevo.

Marina Culubret Alsina dijo...

Es la primera vez que visito su bitácora... y me alegro de haber llegado hasta aquí.

Ya que habla de tempestades, me viene a la cabeza el mar de fondo, que lo hay. Ahí, en el fondo hay quienes escarban y remueven el sustento, y en la superfície, las olas espumosas y atractivas son un entretenimiento para los surfistas que las reciben con su tabla.

Me ha gustado el inciso homérico que ha hecho y cómo lo ha enlazado en esta reflexión tan acertada.


Saludos fresquitos...
y hasta la vista,
:-)

P.D: ¿sabe? al leer el último párrafo me he acordado de una imagen, para mí, cotidiana. (perdón por el link-párrafo que vendrá ahora...)

http://images.google.es/imgres?imgurl=http://sopardetontos.files.wordpress.com/2007/03/martillo-rompecristales.jpg&imgrefurl=http://sopardetontos.wordpress.com/2007/03/21/martillo-rompecristales/&h=268&w=450&sz=32&hl=ca&start=1&sig2=5rWq0wT7FAmrlnCY4Ew1ng&tbnid=E0dhkc_9bZDRuM:&tbnh=76&tbnw=127&ei=eMOKSO37JKeu0gSf-bjnDw&prev=/images%3Fq%3Dmartillo%2Brompecristales%26gbv%3D2%26hl%3Dca%26sa%3DX

Anónimo dijo...

Los comentarios de este post han alcanzado las profundidades del ciberespacio. He tenido que descender con el ratón casi unos 100 metros para poder acceder a ellos.