31.7.08

¡VAYA MEDIDAS PARA UNA CRISIS!

El Ministro de Industria nos propone una serie de medidas para combatir la crisis, muchas de ellas a cargo de la ciudadanía: que si las bombillas, que si la velocidad del tráfico rodado, que si el aire acondiconado… ¡me parece estupendo! Por supuesto que tenemos que aprender a ahorrar en esta sociedad del despilfarro. Pero el mar de fondo es otro.
Por ejemplo, en lo que se refiere a la energía solar. Hoy he recibido un mail con un artículo de Antonio Ruíz, un físico investigador en este tipo de energías. Tiene todos los visos de recoger datos reales, así que, en principio, lo acepto como objetivo.
Pues bien, está a punto de salir un decreto del citado ministerio por el cual se limita la energía fotovoltaica en España a 300 Mw/año, lo que significa que sólo habrá mercado para 20 o 30 empresas con un promedio de 10 Mw, si es que no nos viene una multinacional (a poder ser, extranjera) que acapare la totalidad. No se entiende en absoluto esta medida si no es para favorecer a otras industrias contaminantes, como son las nucleares, petrolíferas, eléctricas, etc. , cuando lo importante de la energía solar es que la tecnología es española, los técnicos son españoles y el sol lo tenemos gratis total (de momento). Muchas de las medianas y pequeñas empresas se tendrán que cerrar, y los técnicos al paro, por supuesto.
Contando con que nuestra balanza de pagos está por los suelos y que podríamos ser exportadores de energía solar o fotovoltaica, no se entiende nada de nada. España tampoco ha cumplido con el compromiso de Kyoto, es más, paga cuotas para poder seguir atufándonos con más y más gases contaminantes. Ciudades como Madrid o Huelva van a ser invivibles dentro de poco, amén de la desertización evidente a ojos vista.
El “Gobierno de España” proclama que seremos pioneros en la lucha contra el cambio climático, pero hace este tipo de decretos y compra suelo (con nuestro dinero) para que los “pobrecitos” constructores sigan haciendo sus casitas adosadas sin un parque, sin una tienda, sin una biblioteca, sin una guardería, sin una escuela, sin un árbol, de modo que para ir a comprar cerillas haya que coger el cochecito leré una y otra vez. ¿No es hora ya de diseñar nuevas viviendas comunitarias con servicios comunes y materiales biodegradables en lugar de colmenas en desiertos de cemento? ¿Por qué un gobierno socialista sigue apostando por los modelos caducos y fracasados del neoliberalismo?
No entiendo para qué sirve tanta fundación de estudios y proyectos, para qué tanto “think tank”, que tienen más de “tank” que de “think”, pues las ideas no aparecen por ninguna parte. Me imagino que son cementerios de elefantes adeptos.
Por cierto, echo de menos entre las medidas el reducir los sueldazos de los políticos, sobre todo de los que van al Parlamento Europeo, así como la cantidad de “asesores”, que se han incrementado después de las últimas elecciones en un 55%. Nosotros podemos ahorrar y ahorrar hasta llegar a las velas, el abanico o el patinete, pero ¿y ustedes…?
CASANDRA

25.7.08

LA TORMENTA PERFECTA

LA TORMENTA PERFECTA

Para mí es reciente la información acerca de los cazadores de tormentas, que pueden recorrer cientos de kilómetros por imposibles sendas con tal de contemplar el estallido fulgurante de tempestades apocalípticas, de esas que visitan los trópicos y constituyen un espectáculo mil veces más espléndido que aquellos que la televisión pueda mostrarnos, en nada parecidos a la vida ni a la experiencia real.
No eran cazadores, sino pescadores de albacora, los que vivieron involuntariamente una tormenta apoteósica entre Glouscester, Massachussetts, EE.UU, y la isla de Sable en octubre de 1991. Soñando con el precioso tesoro que podrían albergar en las bodegas del Andrea Gail, el capitán Billy Thyne decidió hacerse a la mar sin sospechar la que se les venía encima. Basada en este hecho real, Sebastian Junger escribió una novela, que Wolfgang Petersen adaptó al cine. No voy a comentar de momento el sorprendente desenlace ni las relaciones humanas que se establecieron entre ellos en las fronteras de la muerte. Sólo me sirve de metáfora.
Una tormenta perfecta es aquella que tiene varios frentes de diversas procedencias y que al chocar entre sí conmueve los cimientos de la tierra y hasta los dominios de Poseidón. Si además se mezclan un origen frío y otro caliente, amén de un potente huracán sureño como en este caso, ya pueden imaginar su energía destructora.
Algunos economistas escriben actualmente sobre este tipo de tormentas para visualizar la situación actual que amenaza al mundo. Más adelante trataré estos factores de profundo riesgo. Sin embargo, no son únicamente los elementos financieros los que nos alertan de una debacle, sino que a estos se suman otros frentes que desbordarían con mucho esta tormenta económica. El barco carece de timón, el capitán está borracho, el contramaestre se ha metido en la bodega aterrado, los motores se han anegado y los marineros no saben a qué acudir. Achican el agua, que sigue entrando por babor y estribor, mientras las olas se agigantan y rugen enfurecidas. La radio no funciona, sólo la televisión pasa publicidad y programas de entrenimiento, cuyas risas y gritos compiten en volumen con los bramidos de una naturaleza salvaje.
Me imagino algo semejante al capítulo de la Odisea en el que Ulises y sus hombres se tendrían que enfrentar a las dos monstruas habitantes del estrecho de Mesina: Escila y Caribdis. La primera vivía en un amenazante acantilado, y la segunda era un peligroso remolino:

“Mirábamos sólo a Caribdis temiendo la ruina y Escila, entretanto, raptonos seis hombres que arrancó del bajel, los mejores en fuerza y en brazos. Yo, volviendo la vista a la rápida nave y mi gente, alcancé a contemplar por encima de mí el remolino de sus manos y pies que colgaban del aire”. (XII, 245-250)
Los supervivientes, ya mar adentro e incrédulos aún de estar vivos, divisaron extasiados la hermosa isla del Sol, aquella que tanto la maga Circe como el adivino Tiresias les habían prohibido. Sin embargo, la insistencia de los marinos doblegó la voluntad de Ulises y arribaron a la isla con la interdicción, eso sí, de que no tocaran los rebaños bajo ningún concepto. Aquella misma noche, Zeus les envió unos vientos australes que les obligaron a guarecerse durante un mes en una cueva, viviendo de las reservas existentes, hasta que “el hambre roía sus entrañas”. Morir de hambre era lo peor, irrumpió el fogoso Euríloco: “¡Vamos, pues! Acosemos las vacas del Sol y, cogiendo las mejores, hagamos cumplida hecatombe a los dioses.” (340-45) Tras atracarse durante una semana, los vientos se aplacaron y se hicieron a la mar, una trampa del divino Zeus para hacer explotar, ahora sí, “la tormenta perfecta” y mandarlos de nuevo a las fauces de Escila y Caribdis.
Ante la actual crisis, muchos economistas, mandatarios, especuladores financieros y ciudadanos de a pie sólo esperan que escampe, y en cuanto alcancen a divisar una cualquiera isla del Sol zamparse todas sus vacas. ¡Bravo! No intentan tomar otro camino, ni siquiera consideran iniciar otro modelo económico, de vida, de gasto, de inversión, de sostenibilidad, sino seguir igual y a mayor escala: acabar con todo. Ante las posibles hambrunas, más transgénicos; frente a los disparados y disparatados precios del petróleo, más perforaciones; contra la delincuencia, más cárceles; frente a la emancipación de las mujeres, más asesinatos; más policía para combatir el éxodo desesperado de los pueblos; contra la violencia, más violencia en definitiva.
CASANDRA



























































































































































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