29.4.08

LA METÁFORA DEL MONSTRUO

En realidad se trata más bien de una alegoría, es decir, de una metáfora en movimiento. No me apetece levantarme a buscar el último diario ni siquiera entrar en Internet para comprobar cómo se llama el monstruo, ese sujeto de nacionalidad austriaca que durante veinticuatro años ha tenido secuestrada a su hija, la ha violado cuantas veces le ha venido en gana y le ha hecho siete humanoides, que ignoro si podrán llegar a ser humanos, al menos los que han permanecido en la caverna, aunque los que han sido educados por el monstruo tampoco creo que salgan muy bien parados.

¿De qué puede ser metáfora este monstruo? ¿De la naturaleza humana? ¿Refleja, tal vez, la imagen de lo que cada uno de nosotros podríamos llegar a ser? Bueno, no creo que represente la “esencia” de la naturaleza humana, pero sí es cierto que la capacidad de perversión de una naturaleza tan plástica como la nuestra podría arrastrarnos a cometer las mayores atrocidades que podamos concebir. Sin embargo, para mí representa la esencia de un sistema de dominación que dura ya milenios y que no supone más que el correlato social de una conducta que nos repugna sobremanera cuando la vemos encarnada en un individuo: EL PATRIARCADO.

¿Qué ha hecho el patriarcado durante milenios? Ha secuestrado a las mujeres, por supuesto: las ha enclaustrado en los gineceos, en los conventos, en la casa, en la ignoracia, en el anonimato, lejos de la cultura, del pensamiento, del trabajo remunerado, de la voluntad de decidir la propia vida. Las ha violado sin piedad, en el matrimonio y fuera de él, en las ciudades asediadas como botín de guerra, en las sacristías y en sus camitas de niñas inocentes, incluso siendo bebés; las sigue violando en los burdeles de los caminos, de los pisos clandestinos, en las noches frías de cualquier calle perdida, en los campos de refugiados, en múltiples situaciones cotidianas por el mero hecho de ser mujeres. El patriarcado ha destrozado millones de vidas de mujeres transcurridas entre partos, embarazos y crianzas como si de animales de granja se tratara. Y luego, esos hijos, viviendo en la pura miseria, sin ver el sol, sin educación, sin horizonte, tratados como animales de carga en la mina, en la guerra, en la fábrica…

Algunos, los elegidos, han disfrutado de “la casa del padre” para reproducir exactamente sus principios, sus comportamientos, su voracidad. Para ejercer de “amos” y mantener el sistema de dominación. Los de la caverna los han imitado mientras escupían sangre o se partían el espinazo: sus mujeres y sus hijos eran su única propiedad. No han sido la gloriosa clase obrera que algunos intelectuales deliraron.

¿Nos horroriza el monstruo que hoy ha salido a la luz? No es más que el espejo de nuestro sistema civilizatorio, que no somos capaces de verlo porque, al igual que él, sólo nos muestra su apariencia de normalidad con la mejor de sus sonrisas. Y me pregunto ¿realmente su amante esposa no se dio cuenta de nada durante años y años? Es posible: tampoco la mayoría de la mujeres se dan cuenta de nada y desprecian a las y los feministas, aquellos que han desafiado la mirada mortal del rostro abyecto del monstruo tras la careta de “normalidad”.

CASANDRA

21.4.08

LA POLÍTICA DE LO POSIBLE

No sé por qué me olfateo que esta legislatura que comienza nos va a poner a todos en nuestro sitio. No tanto por la legislatura en sí como por los tiempos que corren. Por eso creo que ya basta de jugar a posibilismos en política y de sacar tajada –de lo que sea- en beneficio propio.

Ya expuse en mi último libro, “Matria”, lo que puede significar lo posible en política, porque lo posible puede funcionar como una especie de corsé que nos blinda con miedos, prudencias excesivas, cálculos interesados, pacatas visiones, inmediatismo miope y, en fin, todas esas boludeces que componen el mosaico de lo que ha dado en llamarse “el arte de lo posible”. Por el contrario, lo posible también puede significar, y significa para mí, una infinidad de opciones, de caminos sin explorar, de horizontes nuevos, de procesos transformadores, de utopía real, de libertad de acción, de soluciones imaginativas en un proceso creativo inacabable. Si la primera acepción de lo posible no es más que “posibilismo”, la segunda constituye “lo posible creativo” que nos lleva a trascender el timorato principio de realidad. Un principio que está blindado por todos los miedos del mundo. Nos han y nos hemos “domesticado” en un principio de realidad tan atosigante que nos parece normal pasar más de veinte años formándonos para terminar utilizando todo nuestro bagaje y nuestra fuerza de trabajo en pagar una hipoteca de por vida a un banco, cuyos directivos cobran sueldos, bonos, liquidaciones y pensiones fabulosas. Esto es de locos o de idiotas: y a esto lo llamamos “realidad”. Para matarse de risa o de pena.

Pues bien, parece que Zapatero en algunos aspectos es lo suficientemente valiente y osado como para saltarse el principio de realidad, al menos en lo simbólico. Al traer a las tropas de Irak, desairando al primo de Zumosol, Zapatero demostró que, si existe voluntad política, casi todo es posible. Ahí se definió claramente como pacifista internacional. Antes y ahora ha tenido el valor de hacer el gesto, casi único en el mundo, de nombrar un gobierno paritario (nuevo miembros varones contando con él, y nueve mujeres). Y en esta nueva etapa, nombrar a una mujer –y a una mujer embarazada- como Ministra de Defensa, que pasa revista a las tropas en su estado de gestación y que se va ¡a la tierra de los talibán! a visitar a las tropas. Eso no lo veíamos desde Pentesilea, la amazona que se enfrentó al héroe Aquiles en la guerra de Troya. ¡Bravo por los dos! El hecho de que todavía les choque a algunos, significa que en los laberintos del inconsciente, la gestación y el parto siguen siendo algo sucio, obsceno, por lo cual hay que purificarse como se hacía desde tiempos ancestrales. La sangre del menstruo, es decir, de la vida, es repugnante. Mientras que la sangre del héroe, de la muerte, es una sangre que no envilece, sino que exalta. Los de la “caverna” han salido de sus guaridas para ladrar y mostrar sus vergüenzas machistas. No merecen nuestra atención.

Sin embargo, lo que me extraña es que la vida política de las mujeres no acabe de consolidarse. A Caldera lo desplazan del ministerio y enseguida le montan una Superfundación, y todo por el estilo. Pero ¿a dónde ha ido a parar Soledad Murillo, que ha sido la muñidora de la Ley de Igualdad desde una Secretaría de Estado? Y ahora viene una jovencita, estupenda, seguro, muy querida de Chaves, que la desplaza así, sin más. Estos comportamientos me recuerdan a lo que yo también definía como “política del harén”. El dedo omnipotente del sultán taifa decide qué mujeres ocupan los huecos de las cuotas. He leído fervientes entusiasmos de los grupos feministas hacia la nueva ministra sin que nadie ponga las cosas en su sitio. ¿Qué pasa? ¿Las pueden dejar sin subvenciones? A mí también, pero no tengo miedo, y, sobre todo, tengo vergüenza. Espero que no dejen tirada a Soledad Murillo. Y no lo digo porque ella puede quedarse tirada, ya que ahí tiene su cátedra en la Universidad de Salamanca (no es el caso, como les sucede a otros). Digo que Soledad, por méritos propios, y no por el dedazo de un barón, podría ser una magnífica ministra. De todos modos, le deseo lo mejor a la nueva ministra, y espero que lo haga muy bien a pesar de su juventud. Y digo a pesar porque yo me recuerdo a su edad…., y la verdad es que era una pipiola por más lista y vital que fuera. Me faltaba lo fundamental: la experiencia.

Y una apostilla: ¿qué es eso de Ministerio de Igualdad? La igualdad es un principio que lo hemos convertido en burocracia asistencial. Ahora resulta que las mujeres somos un “colectivo” desfavorecido, y que nos igualan con los gitanos, los inmigrantes, las personas con discapacidad, los ancianos abandonados, los niños de la calle…. Cuando somos el 51% de la población. En fin, que sigue funcionando lo del victimismo. Pero no para hacer política, sino para hacer parroquia. Desde el papel y la imagen de víctimas, nuestro principio de realidad se estrecha más y más, por muchas flamantes ministras que tengamos. Desde el victimismo, perdemos el horizonte de lo posible creativo como promesa de futuro y realidad de presente.

CASANDRA.