24-F: El día después
Supongo
que mucha gente –como yo- habrá quedado impactada por el programa de ayer sobre
el 23-F de Jordi Évole y su equipo. Si antes nos hacíamos preguntas, ahora
mucho más; si en la primera parte de ficción nos quedamos sin palabras, en la
segunda, sentimos una gran frustración porque no era verdad, pero ¡tan
verosímil!
Lo único que me extrañaba era que
estando tanta gente en el ‘ajo’ no se hubiera filtrado mucho antes,, así como
la prisión posterior del único ignorante de toda aquella trama: Tejero.
Después de la perplejidad me quedé
pensando porque quería sacar mis propias conclusiones. Ahí van:
1) Aquello fue un ensayo general de lo que ahora se está
perpetrando.
2) Entonces se pudo comprobar que la ciudadanía no
reaccionó. A mí me sorprendió viviendo en Barcelona, y con una amiga nos fuimos
a la Plaça de Sant Jaume, pensando que estaría a rebosar de gente defendiendo
las instituciones de la Generalitat. Nadie. Las calles también vacías. Cuando
anda acechando el león rampante, mejor en la gruta, pareció pensar la mayoría.
3) Que en cualquier momento se puede representar un
paripé similar sin que lo percibamos como tal.
· En efecto. Cada viernes, el Consejo de Ministros mete
la reversa y, a golpe de BOE, nos van quitando derechos conseguidos y posibilidades
de vivir una democracia plena. Luego, nos remiten a la ‘legalidad vigente’ que
acaban de sacarse del ala derecha y lo legal se va convirtiendo en una tupida
red cada vez más ilegítima, más de la extrema derecha ‘democrática’.
· No reaccionamos. Miento. Se han dado movimientos muy
efectivos, como hemos visto en la sanidad de Madrid o en Gamonal, y
parcialmente en los desahucios, pero no es suficiente en absoluto ante tanta
corrupción, tanta privatización, tanto empobrecimiento, paro, exilios profesionales
y explotación. Ante este páramo en el que están convirtiendo todos los niveles
educativos y la investigación. Los partidos de izquierdas no adoptan posiciones
radicales ni decisivas. Sólo piensan en mantener su estatus y a ver si ganan
las próximas elecciones o si suben un puñado de escaños. ¿Los parados? No sé,
pareciera que además de parados se han quedado paralizados.
· Y, por último, la crisis: la famosa crisis. ¿No es todo un montaje muy bien orquestado? En el
29 se arruinaban los ricos, y hasta se tiraban por las ventanas, pero ahora
cada vez son más obscenamente ricos. Alguien nos está robando a manos llenas.
Alguien se está apropiando de todo nuestro patrimonio: natural, cultural,
industrial. Alguien está quebrantando nuestra salud y nuestro futuro humano.
¿Será España un banco de pruebas para un
totalitarismo silencioso, pero voraz?
Hoy, 24-F,
el día después, podría ser el primero de una lúcida reacción ciudadana. Creo
que Jordi Évole nos ha revuelto algo más que las tripas. ¡Ojalá las neuronas!
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