29.8.06

YO, GRAN SIMIA

YO, GRAN SIMIA

No hay duda de que los grandes simios han mejorado ostensiblemente su situación desde que el Gobierno de España promulgó una ley que les brinda protección, respeto, y un trato de acuerdo con su cercanía a lo humano. Me parece perfecto, ya que es una vergüenza el maltrato, la cacería desalmada y la utilización de esos animales por parte de estos otros, homo sapiens, creo que nos llaman, ¿no? Qué risa, ¿a quién se le ocurrió el nombrecito de marras?
Uno de los puntos más interesantes de la nueva ley es la obligación de respetar el hábitat y el entorno natural de nuestros parientes, que necesitan árboles, lianas, bayas, agua y verde, mucho verde, para sobrevivir tranquilos en su medio. Ojalá se cumpla escrupulosamente este punto, ya que la destrucción del propio ecosistema impide la supervivencia de cualquier especie. La verdad es que me dan envidia, auténtica envidia, y me encantaría promover una ley semejante para los sapiens. Yo estoy empezando a sentir, en lo más profundo de mis genes compartidos con los grandes simios, el 99%, un despertar salvaje que me lleva a lanzar terribles gritos y a golpearme el pecho de modo iracundo cada vez que diviso una grúa, cada vez que sobrevuelo la desertizada Península Ibérica, cada vez que huelo de cerca un “promotor”.
Precisamente, en un vuelo de Barcelona a Málaga, en el que podía contemplar a vista de pájaro las tierras pardas y quemadas que jalonan nuestras latitudes, nos repartieron una revista, aifoscosta, de pornografía urbanística. Profusión de fotos de promotores comiendo con políticos, inaugurando colmenas de cemento, firmando convenios y contratos en hoteles de lujo. Y lo peor: los proyectados o ya construidos campos de golf, como una red de urbanizaciones de “alto standing” en donde lo de menos es el green, y lo de más, el otro green de los billetes que corren de mano en mano, de subcontrata en subcontrata, de alcalde en alcalde, de concejal en concejal, de banco en banco: “turismo residencial” lo denominan. ¡Más ladrillo!
En Andalucía están pendientes de aprobación, por parte de la Junta, unos 160 campos de golf con sus correspondientes macrourbanizaciones, que ya van trepando desde las costas esquilmadas a las montañas por esquilmar. Estoy esperando ese momento definitivo. Si realmente los aprueban, me declararé “gran simia” para disfrutar de un poco de verde, de un poco de naturaleza, de un poco de vida. En España hemos sobrepasado el punto de no retorno: no hay más que verla desde arriba. Lo malo es que estamos en manos de los políticos, que están en manos de los promotores, que están en manos de los bancos, que están en manos del gran capital financiero. A eso lo llaman “desarrollo”. Yo, gran simia, lo llamo involución, destrucción, barbarie.
Propongo que, si los políticos se han profesionalizado como tales porque viven de la política, sea obligatorio para acceder a esa profesión, aprobar con nota unas oposiciones, cuyo temario comprenda conocimientos serios sobre urbanismo a la medida humana, ecología profunda, la caída del Imperio Romano, economía distributiva, sentido común, la vida de san Francisco de Asís, la evolución desde el “homo antecesor”, causas inmediatas de las psicosis furiosas, la rebelión de Espartaco y la ética desde Aristóteles a Kant. Mientras tanto, me declaro GRAN SIMIA.
CASANDRA