21.12.07

FELIZ SOLSTICIO

FELIZ SOLSTICIO

Iba a añadir “de invierno”, pero mi eurocentrismo ha frenado a tiempo, ya que me acordé de que para la gente del hemisferio sur éste de hoy es el solsticio de verano.

En el solsticio de invierno nuestros ancestros paganos celebraban, lógicamente, el nacimiento de los dioses solares. Y digo lógicamente porque es en este solsticio cuando los días inician su crecida, cuando el sol va arrebatando, día a día, más espacio a la noche. Este hecho, en las sociedades agrarias de entonces, tenía mucha importancia. Las faenas del campo se intensificaban, el tiempo de nuevas siembras se acercaba, la luz se hacía más y más presente y la resurrección del sol significaba una promesa de vida renovada para la naturaleza y para los humanos.

En el imperio incaico, el dios sol era Inti. Entre los egipcios, Ra, que luego se unió al dios tebano Amón y quedó como Amón-Ra, que era venerado en Heliópolis (ciudad del sol en griego), pues Helios es el dios solar de los helenos. También Apolo es un dios solar, de la luz, contrapuesto por Nietzsche al oscuro y orgiástico Dionisos. Pero las mayores celebraciones, ya en la cultura romana, se consagraron a Jano y a Mitra. El primero es un dios de origen etrusco con dos caras, que representan los dos solsticios. El de verano, que se refiere a “la puerta de los hombres”, y el de invierno, a “la puerta de los dioses”. Por eso la iglesia suplanta estas dos celebraciones con las fiestas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista (Jano-Juan). Mitra, por su parte, es un dios de origen iranio, cuyo culto trajeron consigo las legiones romanas desplazadas en oriente. Nació milagrosamente del seno de una roca y los pastores fueron los primeros en dirigir sus plegarias al niño desnudo, cubierto tan sólo por un gorro frigio. ¿Les suena? Su fiesta se celebraba en el solsticio de invierno bajo la advocación del “Sol Invictus”, por lo que, también la iglesia católica, aprovecha para poner el 23 de diciembre la conmemoración de una tal santa Victoria, de la que no tengo el gusto, aunque sea mi patrona.

La nueva religión del Imperio, que no es otra que la católica, secuestró los principales símbolos de las religiones paganas, sobre todo de los cultos mistéricos, y montó su sincretismo publicitario particular. De ahí que los fastos de la Navidad no sean más que una burda suplantación de las fiestas del nacimiento de los dioses solares. Fueron muy listos. Debo añadir que esa iglesia del Imperio, inventada por Constantino, el obispo Osio y el erudito Eusebio de Cesarea, no tiene nada que ver con el primitivo cristianismo, con el llamado “movimiento de Jesús”. Nada.

El capitalismo consumista ha terminado la faena. Definitivamente, el nacimiento de los dioses solares ha pasado a significar el enriquecimiento de los dioses financieros y el empobrecimiento de estos tontos útiles, que no danzamos al sol, sino que bailamos al son que nos tocan.

Les deseo un feliz solsticio.

CASANDRA