"QUEREMOS AMORCRACIA"

Estas palabras, que un joven pegaba en una valla, me han llenado de alegría y de esperanza. ¡Qué de cosas implícitas decía este cartel en la Puerta del Sol de Madrid!
1) Sin amor, sin compasión, sin empatía, todas las promesas estructurales de la clase política resultan de lo más frías y distantes.
2) Amor-cracia supone que ya no cuela lo de hablar y actuar en nombre del 'demos', el pueblo, un comodín muy recurrente para justificar cualquier tipo de conveniencias e intereses personales o partidistas.
3) Me remiten estas palabras a lo que afirma Humberto Maturana de que la pervivencia de la raza humana sobre el planeta sólo pudo llevarse a cabo en sus orígenes gracias a una emoción fundante que hizo posible la ayuda mutua: el amor.
4) Apostillando: Frente al principio evolutivo de la supervivencia del más fuerte como supremo individualista, se levanta la verdad de que no es más fuerte el que combate, sino el que coopera. El combate de hoy es totalmente cooperativo.
5) Estas palabras deberían borrar de la faz de la Tierra los antagonismos de clase, de raza, de sexo, de nación: somos la raza humana, la nación humana. Es la puerta abierta para un nuevo humanismo.
6) Reclaman la primacía de la ética del cuidado frente a la ética de la responsabilidad, más cuando la responsabilidad que hoy nos venden es frente a los mercados, un eufemismo que esconde y quiere disimular la palabra 'capitalismo' (salvaje)
7) En contraste con este movimiento rebelde que reclama amorcracia en España ¡qué pequeños y risibles resultan la mayoría de los políticos!

Estamos en el último tramo de la carrera electoral, pero los informativos no tienen más remedio que abrir con las grandes concentraciones en Madrid y en otras ciudades españolas. Después le siguen los políticos en sus mítines ¡qué patético! Las mismas palabras, los mismos gestos, los mismos acentos y los mismos ataques al adversario. Cuando alguien comienza a resultar ridículo y risible... es que está acabado. Algo muy radical se mueve en las profundidades.
Como botón de muestra de la ética del cuidado, la mujer que ha pagado el desayuno a todos los acampados, bajo una noche de lluvia, en la Puerta del Sol. ¡Bravo!
Muchas y muchos queremos amorcracia.

De todos modos, tras estas sesudas reflexiones me pregunto si lo que reivindicaba el joven era el ‘amor libre’, pero eso es ya muy viejo, de la época de los hippies. Creo que ese objetivo ya ha sido superado ¿o no?