Empezaré por la buena noticia: en Túnez se han confeccionado listas paritarias y de cremallera de cara a las próximas elecciones, impensable en un país árabe hace simplemente un año. No sabemos para qué servirá, pero como gesto simbólico y de necesidad de cambio es ya de lo más relevante. Esto me llena de esperanza porque lo supuestamente imposible se hace posible. Lo Real, ese oscuro fondo de probabilidades, salta al primer plano de la realidad. Un salto cuántico.
Sin embargo, aquí, en nuestro solar patrio, hasta cien personas imputadas van en las listas de las municipales y autonómicas. Imputadas por sobornos, tráfico de influencias, prevaricación, irregularidades urbanísticas, cohecho, falsificación de documentos, latrocinio descarado y otras fruslerías. Nada menos que cien, de los que el 50% son del PP, el 35% del PSOE y el resto se lo reparten entre IU, CC y CyU. Ya tienen argumentos para el estribillo preferido de los políticos: “Y tú más”. Y todo esto en listas cerradas y bien cerradas. ¿Cómo podemos hacer para votar cabalmente? Es imposible, pues ni siquiera sabemos cuáles son las listas limpias.
Por otro lado, se mira con lupa a la gente que concurre por SORTU y BILDU, lo que me parece muy bien, pero el agravio comparativo es flagrante. Me dirán que no es lo mismo matar que robar, pero yo recuerdo que ambas cosas están también en otra lista: aquella que entregó Yáhvéh a Moisés en tablas de piedra. Igual que para la Iglesia católica sólo existe el pecado del sexo (el de las mujeres, claro), para los políticos sólo existe el pecado de cierto terrorismo, que se incluye en el Eje del Mal, teniendo en cuenta que ahora cualquiera podemos ser acusados de terroristas, mientras que en el Eje del Bien se sitúa el capitalismo salvaje, aquel que permite ganar diez mil millones a una multinacional en un año, repartir bonus a sus directivos por más de 400 millones y despedir a seis mil empleados de una tacada, y más cuando la Compañía se constituyó hace mucho tiempo con el dinero público. Ya saben que me estoy refiriendo a Telefónica, que no es más que un botón de muestra. Y el Gobierno sólo dice que le parece inoportuno, en lugar de atajar semejantes desmanes. ¿No le parece inoportuno lo que está pasando con nuestra democracia a cuenta de la clase política y financiera? ¿a cuenta de su ineficacia, inutilidad y corrupción?
Me parece que está sucediendo lo mismo que con la crisis económica, que no la supieron ver ni prever. De pronto se van a encontrar con 'el ruido y la furia' de una ciudadanía harta de semejantes tropelías e injusticias. Lo mismo que al capitán del Titánic. ¡Hala! Más nudos de velocidad mientras toca la orquesta. Y aquí la orquesta son los medios de comunicación y entretenimiento, que producen tanto ruido que nos impiden escuchar el de fondo.
Como ciudadana de a pie voy a ver si me da tiempo de cambiarme de compañía telefónica antes de irme de viaje. Como votante... estoy en una encrucijada. En un auténtico problema de conciencia.
1 comentario:
Tienes demasiada razón, Victoria. Es todo un asco, pero me alegra ver que en algunas noticias hay un rayo de esperanza...
¡Ánimo!
Héctor
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