24.3.14

SE CIERRA EL CÍRCULO. SE ABRE LA HISTORIA

Volvía en tren hacia el Sur en el mismo instante en que Suárez moría. Había viajado a Madrid para estar presente en la MANIFESTACIÓN POR LA DIGNIDAD, convocada precisamente por su lema, que me recordaba a las palabras de Hamilton en The Federalist cuando definió la revolución como "la vindicación del honor de la raza humana". Hay que estar, me dije: para que el viento de la Historia me dé en la cara y para salvaguardar esa dignidad sin la cual dejamos de ser humanos.


Ahora no dejo de pensar que se ha cerrado un círculo, el círculo de la Transición. Sí, la muerte de
Suárez ha cerrado una época ya finiquitada, y la manifestación abría un nuevo ciclo. Y al mismo tiempo lo cerraba. Creo que ya hemos dicho todo lo referente a nuestro hartazgo; hemos gritado nuestras reivindicaciones hasta la saciedad; nos hemos manifestado de todas las formas posibles. Es el momento de situarnos en el eje de una Historia que no tenga vuelta atrás. Realmente estamos en un período constituyente. Que se olviden los partidos políticos de volver a 'su' normalidad y los sindicatos a la suya. Que se olviden los bancos de seguir dirigiendo la locura económica, y la Troika de esclavizar nuestras vidas. Pero que también se olviden, quienes sueñan con la revolución, de su creencia en que una nueva Constitución pueda cambiar radicalmente la situación. Sin duda habrá que hacerlo, pero la cuestión es otra.

Algún científico ha dicho recientemente que toda la explicación del Universo cabe en una cuartilla. Yo también creo que la r-evolución cabe igualmente en una cuartilla. Por ejemplo: "Lo humano es la medida de todas las cosas" o "No se hizo el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre".
Lo que necesitamos es ese pathos, esa emoción cargada de razón por la que la raza humana alcance la dignidad que le pertenece. Pero como no soy una idealista absoluta, intuyo que hay que empezar a implementar acciones que le hagan 'pupa' al sistema. La desobediencia civil puede ser una guía, porque la desobediencia es lo contrario de la sumisión. Pero, eso sí, tenemos que ser muchos. Tenemos que ser la  multitud que se sabe ciudadanía.

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