Vaya por delante mi felicitación a la Secretaría de Estado para la Igualdad, presidida por Soledad Murillo, por la iniciativa del 016, es decir, por la idea de habilitar un número de teléfono fácil para que las mujeres maltratadas, sus amigos, vecinos o familiares, puedan llamar para información y denuncia de malos tratos.
Tener que llegar a este extremo es grave, desde luego, pero también supone que la sociedad española está cada vez más sensibilizada e indignada con el tema. Y no sólo mujeres, sino más y más hombres, que no se identifican desde luego con los energúmenos, mediocres, cobardes, acomplejados, miserables e incontinentes congéneres (y nunca mejor dicho) Si algún día se revelara, por ejemplo, el auténtico rostro de algunos maltratadores, los ciudadanos dejarían de votarlos automáticamente. No soy quién, porque me faltan pruebas, porque si no escribiría sus nombres en mayúsculas, que cada vez son más vox populi.
En un solo fin de semana ha habido un aluvión de cuatro mil llamadas y otras que no pudieron ser atendidas, por lo que al lunes siguiente se triplicó la plantilla de atención a los demandantes. ¡Qué cuevas de reptiles no habrá bajo esta alfombra de la apariencia "normal"! porque todos los asesinos son chicos estupendos, vecinos ejemplares, hombres normales, buenos compañeros.... ¡qué cinismo! ¿no?
Me parecen estupendas estas iniciativas, todas las leyes y prevenciones, todos los juzgados y comisarías que se han dispuesto para tratar de paliar la epidemia. Pero he llegado a la conclusión de que se trata de incidir mucho más en la educación sentimental de las niñas y jóvenes.
Por supuesto que la educación para la ciudadanía es fundamental: somos el país con más fracaso escolar, con más entradas a las páginas porno de Internet, los mayores consumidores de cocaína, el país en el que más han subido los pisos en poco tiempo, donde más edificios se siguen construyendo indiscriminadamente con la aquiescencia del Ministerio de Medio Ambiente, que en lugar de disminuir los gases contaminantes en un 5% ( a lo que nos habíamos comprometido) los ha aumentado en el 45%, donde más crecen los clubs de alterne, los que menos porcentaje dedicamos a investigación en relación a los países de nuestro entorno, no se sabe por qué. Yo no lo puedo entender, pero eso es lo que hay.
Sé, no obstante, que se están haciendo esfuerzos en temas sociales. Sé que el Gobierno está muy preocupado por el tema de la violencia machista, y en este sentido afirmo muy seriamente que nada podremos conseguir sin tener en cuenta que la des-educación sentimental de las chicas supone una dependencia atroz del varón, constituyendo el horizonte fundamental de su futuro; que la liberación sexual de las jóvenes se ha convertido en el "café para todos" de los chicos; que si las musulmanas se tapan para sus hombres, ellas se destapan para los suyos; que si la Barbie constituye su modelo físico, las sumisas y entregadas féminas de los culebrones son su molde sentimental.
En definitiva, si no se incide en la educación sentimental de las jóvenes para conseguir su independencia emocional, la seguridad en sí mismas, la claridad en temas sexuales, la posibilidad de elegir una vida propia que no tenga que pasar necesariamente por el matrimonio ni por la maternidad, estaremos perdiendo el tiempo y las posibilidades. Se trataría de superar, en definitiva, toda la dominación simbólica con la que inevitablemente cargamos. No es nada fácil, pero si el esfuerzo educativo no va por ese camino serán inútiles todas las leyes a favor de la igualdad, en contra de los malos tratos, de la miserable violencia machista.
CASANDRA
Tener que llegar a este extremo es grave, desde luego, pero también supone que la sociedad española está cada vez más sensibilizada e indignada con el tema. Y no sólo mujeres, sino más y más hombres, que no se identifican desde luego con los energúmenos, mediocres, cobardes, acomplejados, miserables e incontinentes congéneres (y nunca mejor dicho) Si algún día se revelara, por ejemplo, el auténtico rostro de algunos maltratadores, los ciudadanos dejarían de votarlos automáticamente. No soy quién, porque me faltan pruebas, porque si no escribiría sus nombres en mayúsculas, que cada vez son más vox populi.
En un solo fin de semana ha habido un aluvión de cuatro mil llamadas y otras que no pudieron ser atendidas, por lo que al lunes siguiente se triplicó la plantilla de atención a los demandantes. ¡Qué cuevas de reptiles no habrá bajo esta alfombra de la apariencia "normal"! porque todos los asesinos son chicos estupendos, vecinos ejemplares, hombres normales, buenos compañeros.... ¡qué cinismo! ¿no?
Me parecen estupendas estas iniciativas, todas las leyes y prevenciones, todos los juzgados y comisarías que se han dispuesto para tratar de paliar la epidemia. Pero he llegado a la conclusión de que se trata de incidir mucho más en la educación sentimental de las niñas y jóvenes.
Por supuesto que la educación para la ciudadanía es fundamental: somos el país con más fracaso escolar, con más entradas a las páginas porno de Internet, los mayores consumidores de cocaína, el país en el que más han subido los pisos en poco tiempo, donde más edificios se siguen construyendo indiscriminadamente con la aquiescencia del Ministerio de Medio Ambiente, que en lugar de disminuir los gases contaminantes en un 5% ( a lo que nos habíamos comprometido) los ha aumentado en el 45%, donde más crecen los clubs de alterne, los que menos porcentaje dedicamos a investigación en relación a los países de nuestro entorno, no se sabe por qué. Yo no lo puedo entender, pero eso es lo que hay.
Sé, no obstante, que se están haciendo esfuerzos en temas sociales. Sé que el Gobierno está muy preocupado por el tema de la violencia machista, y en este sentido afirmo muy seriamente que nada podremos conseguir sin tener en cuenta que la des-educación sentimental de las chicas supone una dependencia atroz del varón, constituyendo el horizonte fundamental de su futuro; que la liberación sexual de las jóvenes se ha convertido en el "café para todos" de los chicos; que si las musulmanas se tapan para sus hombres, ellas se destapan para los suyos; que si la Barbie constituye su modelo físico, las sumisas y entregadas féminas de los culebrones son su molde sentimental.
En definitiva, si no se incide en la educación sentimental de las jóvenes para conseguir su independencia emocional, la seguridad en sí mismas, la claridad en temas sexuales, la posibilidad de elegir una vida propia que no tenga que pasar necesariamente por el matrimonio ni por la maternidad, estaremos perdiendo el tiempo y las posibilidades. Se trataría de superar, en definitiva, toda la dominación simbólica con la que inevitablemente cargamos. No es nada fácil, pero si el esfuerzo educativo no va por ese camino serán inútiles todas las leyes a favor de la igualdad, en contra de los malos tratos, de la miserable violencia machista.
CASANDRA