9.9.13

LA CORTE DE LOS MILAGROS


                

 Antes de bajarme un rato a la playa he tomado un libro al azar de esos que me gusta releer: “La Corte de los milagros” de Valle Inclán. Y me he quedado estupefacta: ¡Estamos igual que en tiempos de Isabel II de Borbón, ‘la chata’, reinante en el ya lejano siglo XIX! Ha sido llegar la derechona y abrirse el frasco de las esencias más rancias y cavernícolas de la España eterna. Unas pocas citas bastarán, y ya verán cómo les suena.

 

“Sus laureadas calvas se fruncían de perplejidades con los tropos de la oratoria demagógica”. Ahora, en vez de calvas, proliferan rubias de bote que hablan de finiquitos simulados y en diferido, de movilidad externa en lugar de emigración forzosa, de perroflautas malolientes en Sol, y hasta exclaman sin demagogias ¡que se jodan! cuando se trata de parados.

 

-“¡Pegar fuerte a ver si se enmiendan! ¡No se enmendaban!” Alguna ciudadana se quedó tuerta, pero el conseller del ramo jura impertérrito que jamás se dispararon pelotas de goma. Muchos fueron arrastrados y golpeados, pero la gente sigue en las calles.

 

“Los banqueros sacan el oro de sus cajas fuertes para situarlo en la pérfida Albión (…) Todo lo acarreaba la judaica pasión por los bienes terrenales, ahora más temosa con la quiebra fraudulenta del Banco de Castilla”. De esos tenemos muchos, pero en lugar de la City de London, su destino es ahora la plácida Suiza o a las exóticas Islas Caimán. Pagamos sus astronómicos retiros y rescatamos los bancos hundidos por su inepta gestión mientras los impuestos suben y los sueldos bajan. Les invade su sed de oro. Y el resto pagamos su enriquecimiento con una brutal crisis inventada y diseñada a su medida.

 

“Astures y vizcaínos de las minas promueven utópicas rebeldías por aumentar sus salarios”. Todavía recuerdo la emocionante entrada en Madrid de los mineros asturianos con sus linternas encendidas en la noche. ¿Qué pasó? Nada. La Corte de los milagros ni sabe ni contesta: sólo se atrinchera.

 

“Desde todas las esquinas nacionales lanzaban roncas contra las logias masónicas, que en sus concilios de medianoche habían decretado la revolución incendiaria, el amor libre y el reparto de bienes”. Los masones de entonces eran los liberales que más tarde se atrincheraron en Cádiz para hacer la primera Constitución contra el poder absolutista. Los liberales de hoy sólo creen en la ‘libertad de mercado’, pues las demás libertades se las pasan por el arco de la Puerta de Alcalá. Mírala, mírala… la, la, la, la.

 

“En Lucena, Montilla y Villar del Duque, los gremios menestrales y las peonadas agrarias asaltaban los archivos municipales y les ponían lumbre. Era su clamor por el reparto de tierras”. Hoy asaltan supermercados para repartir material escolar. O se enfrentan a los mismos duques y duquesas de entonces, que reciben suculentos cheques por extensas fincas baldías, mientras lucen palmito en Ibiza o Marbella. Y esto después de treinta años de gobierno socialista en Andalucía. Por decir algo.

 

“Con el susto de las represalias se fugaban a las capitales de provincia los caciques y alcaldes de Real Orden. Se desvanecían los alguaciles y chulos del resguardo”. Ahora se refugian en escaños del Parlamento o del Senado. Otros se apalancan en diputaciones, que son ya cementerios de elefantes amortizados que sestean sobre nuestras costillas o los meten en listas de ERES fraudulentos.

 

“Las negras sotanas escalaban los cerros capitaneando las fanáticas rogativas. Sobre el horizonte incendiado, los niños pastores señalaban las celestes apariciones”. Las negras sotanas, que en la anterior legislatura capitaneaban manifestaciones contra el pérfido Zapatero, hoy susurran al oído de Gallardón, que está más que dispuesto a sepultarnos en la eterna España católica con soflamas de libertad para las gestantes y proclamas de igualdad para los padres ofendidos y maltratados por la legendaria maldad de las mujeres, que lo quieren todo, incluidos los hijos.

 

Otros muchos esperpentos siguen desvelando nuestros sueños: el Eurovegas, el turismo sanitario, los seis millones de parados, los brotes verdes, el final del túnel, el “no me consta”, “no recuerdo”, ¡que inventen ellos!, el secular déficit tarifario de la energía, la gripe A y el ‘tamiflú’ de Donald Rumsfeld. Afortunadamente ha caído lo que iba a ser la ruina final de los Juegos Olímpicos. Sólo lo siento por los deportistas. Pero no importa, nuestra fe nos salvará: ¡Viva la Virgen del Rocío!

 

Señoras y señores: el secreto de todo éste ‘eterno retorno’ es que España se  ha modernizado muchíiiisimo, pero sin rozar siquiera la Modernidad.