31.12.09

LAS CASTAS



Tengo una muy buena noticia para el Nuevo Año: el mundo tiene arreglo. En realidad es muy fácil. Lo que pasa es que a lo largo de la Historia patriarcal se han ido asentando tres castas que son las que lo han distorsionado todo, las que han mantenido el mal en el mundo a favor de sus propios intereses.
El engaño ha sido perfecto, porque estas tres castas representan precisamente a la élite que tendría que impulsar el devenir humano hacia la excelencia. En primer lugar, la casta religiosa, de la que cabría esperar que ejerciera de consuelo espiritual, apoyo moral, compasión activa, sabia orientación y amor desinteresado hacia todos los hijos de un dios que ellos dicen representar. Mire, compare….
En segundo lugar, la casta empresarial, esos audaces pioneros, emprendedores, de espíritu aventurero y arriesgado cuya misión sería la de promover la riqueza y el bienestar material de unos usuarios y consumidores que les retribuirían de acuerdo con su bien hacer y competencia profesional. Mire, compare…
En tercer lugar, la casta política, ese cerebro organizador de todo lo demás, llamada a ser intermediaria entre la ciudadanía y los bienes y recursos, el capital cultural, la investigación científica, los derechos y libertades, las leyes y la armonía social, la felicidad posible de unos humanitos que no hemos venido a este mundo para sufrir precisamente. Mire, compare…
Total, que estas tres castas nos lo están poniendo cada vez más difícil. Yo no digo que el resto seamos mejores que ellos, lo que digo es que aquel o aquella que sienta la llamada del liderazgo, que, por favor, se exija mucho más que los simples mortales, y, sobre todo, que les exijamos nosotros mucha más calidad humana y competencia práctica. Sólo sería cuestión de mantener el poder sobre los filtros de acceso, así como de los resortes de exclusión inmediata en caso de falta o error. Estas tres castas deberían estar formadas por lo más selecto y generoso de la especie humana. Y, sobre todo, dejarían de ser castas para pasar a ser elegidos servidores de la gran familia humana.

16.12.09

MODERNIDAD Y MODERNIZACIÓN

¡Qué cantidad de desastres provienen de confundir ambos conceptos! Es lo que está pasando en la Cumbre de Copenhague, donde los países emergentes piensan que tienen que pasar por una “modernización” -en la que van retrasados- para ponerse a la par de los países “más desarrollados”. La modernización se identifica con todo lo que tiene que ver con el desarrollo industrial y con la tecnología en general. Y si esa industria echa humos ¡pues que se j…! Ellos también los echaron en su momento. Y si esa tecnología devasta el planeta, da igual, ¡nosotros no vamos a ser menos! Mientras la modernización esté desvinculada del concepto de modernidad, entendida como proyecto basado en la razón, en el desarrollo de la moralidad, de la ciencia y del arte autónomos, caminaremos en el sentido de un desarrollismo enemigo de lo humano.
Pero aquí no estamos muy lejos de esa confusión de conceptos. Por ejemplo, en Andalucía hablan continuamente los políticos de los planes de modernización: autovías, informatización, medios de transporte, proliferación de franquicias, etc., pero luego conectas Canal Sur y te das cuenta de que la modernidad ni la han olido: la copla, los toros, catetos por todos lados y en todos los programas, los niños graciosos y folklóricos…., en fin todos los topicazos de la “España cañí” ¡un horror!
No me extraña que los catalanes o los vascos no quieran ser españoles ni en broma, porque, entre otras cosas, España se identifica con esa imagen del Sur, que tiene cosas estupendas, pero que la propia política cultural impide que se desarrolle en la dirección de una verdadera modernidad. Los nacionalismos anti-españoles tienen un origen muy claro: “la vergüenza ajena”. Por favor, señores políticos, ¿para cuándo los planes para Andalucía de una verdadera Modernidad? Si Andalucía llegara a ser auténticamente moderna, podría asemejarse a una nueva Roma. Tiene todos los ingredientes. ¡Qué desperdicio!

6.12.09

DÍA DE LA CONSTITUCIÓN

Hace un par de días unos jóvenes estudiantes estuvieron en el Parlamento para leer los artículos de la Constitución. A dos de ellos -niños malos y rebeldes- se les ocurrió añadir un comentario sobre lo que habían leído y ambos fueron increpados por la mesa, cortándoles además el sonido del micrófono. ¡Vaya, hombre! Pues estamos buenos. Resulta que tanto la Constitución como el Parlamento constituyen dos emblemas de lo que significa la democracia, lo cual debería ser absolutamente compatible con la libertad de opinión y de expresión, pero no. ¿Qué pasaría si todos hiciran su comentario? Pues que tendríamos que felicitarnos porque nuestra juventud manifestaría una alta conciencia crítica y una saludable formación política. O si no, ¿para qué sirve la educación para la ciudadanía? Pues para nada, o sí, para ser recurrida por los padres que no quieren saber nada de ciudadanía y mucho de ordeno y mando.

Lo entiendo: precisamente en el Parlamento no están acostumbrados a que nadie diga lo que piensa, sino a ser portavoces de lo que mandan sus respectivos partidos. Y los demás... ¡a callar y a votar! Vaya parlamentarismo. Los portavoces de cualquier asunto son los más patéticos de todos, lo más parecido a muñecos de guiñol con el guión bien aprendido. Igual ellos /ellas están muy contentos/as de salir todos los días en la tele, pero todos los días es el mismo papelón, los mismos gestos, la misma voz, el mismo tono, la misma perorata y la misma repetición monótona de 'la voz de su amo'

Propongo que en años sucesivos, cada lector de un artículo haga su particular comentario, y así nos iríamos acostumbrando a que el Parlamento sea un ágora para parlamentar. Si nuestros parlamentarios no parlamentan y resulta que nos representan.... es que la ciudadanía no tiene nada que decir. ¿Para qué tanto gasto? ¡Que estamos en crisis, oiga!