24.11.08

LA RESACA LIBERALOIDE

Escribo liberaloide donde, tal vez, tendría que decir liberal, pero es que, a mí, los liberales aquellos de Valle Inclán o de las Cortes de Cádiz me inspiran un cierto respeto, mientras que los de hoy, los liberaloides, me producen una repugnancia cierta. Ya vemos dónde nos ha llevado la política del “pato cojo”, antes “pato ciego” y antes “pato idiota”. Este liberalismo del libre mercado, que no es más que la tapadera de la libre ambición, ha resultado ser un modelo fracasado cuando se lleva a la práctica “sin complejos”.
Un par de patéticos –Aznar y Aguirre – andan por ahí declarando boludeces como si aquí no hubiera pasado nada. Mientras los banqueros se pertrechan debajo de sus mesas esperando pasar la resaca de la colosal borrachera de los últimos lustros, esos dos personajes, botella en mano y entre tumbo y tumbo, no se percatan de que la fiesta ha terminado. “…sí hay verdad y mentira, y héroes como Miguel Ángel Blanco y canallas como el Che Guevara”, dice doña Esperanza. ¡Pobre Miguel Ángel! Una simple víctima llevada al matadero, sin más, pero las victimas no son héroes. No se le conoce ninguna otra proeza, salvo que ser concejal del PP en el País Vasco fuera una de ellas. Pero comparar a esa pobre criaturita con Ernesto Guevara es como de risa. Del Ché se pueden decir muchas cosas, a favor y en contra, pero tener que recurrir a Blanco como paradigma de heroicidad nos indica que en cuestión de heroísmo los liberaloides no dan para más. ¿Cuándo se iban a ir ellos a morir al infierno de la selva boliviana en aras de un ideal revolucionario? A la selva, sólo a esquilmar sus tierras y sacar tajada.
Y no digamos el otro: “los que tienen que tener complejos son esos progres de pacotilla que andan por ahí haciendo política rancia. Se ha demostrado que nuestras ideas son mejores que las suyas”, mientras las bolsas se desmoronan, los gigantes inmobiliarios, las aseguradoras, los bancos y otros pseudogigantes caen como naipes sin fundamento o el paro crece y crece sin piedad. Y sin ideas, porque llamar ideas a la pura especulación y a la perversa ambición capitalista es otra “boutade” fruto de la contumaz resaca.
Sin embargo, cuando todo esto se veía venir, los gobiernos europeos, y entre ellos el español, ratificaban, a mediados de julio de 2008, el Tratado de Lisboa, que no significa otra cosa que la aprobación de la circulación ilimitada de capitales y servicios, la liquidación de los pequeños agricultores, la apuesta inequívoca por las privatizaciones y la precarización del mercado laboral, la reducción del gasto social y la mejora de las capacidades militares, pero no de sus políticas sociales o ambientales. La Carta de Derechos Fundamentales será vinculante, dice el Tratado, pero ni se la desarrolla ni aparece en el texto. Y yo me pregunto ¿cómo se las va a arreglar el actual Gobierno para actuar al margen o en contra del Tratado ratificado por el Parlamento y el Senado? Y esto con nocturnidad y alevosía, ya que nadie se atrevió a consultar en referendum a la población, salvo Irlanda, que lo perdió. ¿Son todo fuegos artificiales las medidas que se anuncian? ¿Puede realmente el Gobierno oponerse a la compra de Repsol por la mafia rusa? ¿No se dispone el Gobierno a terminar de privatizar Renfe después de gastarse la millonada que nos estamos gastando en el AVE? ¿Nadie pregunta por estas cosas? El Gobierno, por mucho que diga y diga, no puede proteger nada de lo privatizado, ya que una sentencia de mayo de 2003 del Tribunal de Justicia de la UE anuló la “acción de oro” (golden share) que le permitía controlar los bienes privatizados ante ingerencias extranjeras. Pero, además, ¿qué empresas españolas ni zarandajas? El capital no tiene patria, señoras y señores. ¿O es que no se han enterado? ¿Cuál es la salida en este momento actual? ¿Derogamos el Tratado de Lisboa? Con un millón de firmas de ciudadan@s europeos se puede hacer.
CASANDRA

13.11.08

EL PAÍS DE LA SOPA BOBA

EL PAÍS DE LA SOPA BOBA

Nuestras niñas y niños no son más que un reflejo de lo que somos los adultos españoles, tanto los que se consideran tales como los que no, tanto da. Anuncio que estoy generalizando: gordos, fofos, tiranuelos, pasivos, fracasados escolares, narcisistas y terriblemente infantilizados, aunque suene a redundancia. Son nuestro producto, el producto de unos padres nuevos ricos que quieren que a su niño “no le falte de ná”, que todo lo que pida el mocoso sea enseguida atendido, que cualquier capricho sea una orden, o sea, que todo para ellos sean derechos o privilegios, pero muy pocos deberes, o ninguno. ¡Menudo futuro para levantar un país!
Lo curioso es que el Estado o el Gobierno, según los casos, llevan con los ciudadanos la misma línea que los padres con sus hijos. Que cae un tormentón de los de aupa y anega un montón de viviendas contruidas sobre una “riera”: zona catastrófica, dinero de las arcas estatales…. en lugar de pedir responsabilidades por la ilegalidad; que un petrolero destroza nuestras costas más bellas y bravías con su anunciado desastre, más y más dinero de nuestros impuestos para resarcir a los pobres pescadores de Muxía, Carnota, Pindo… mientras las aseguradoras, los patrones y los piratas se van de rositas, de modo que el “nunca mais” se ha convertido en “un poquiño mais” cada año, que nos viene de perlas; igual en Gibraltar una y otra vez. Que una tuneladora revienta edificios en el Carmel: dinero del estado. ¿Y los de la tuneladora? ¿Han pagado algo? Y no digamos Boliden, y Delphy, y Nissan, y, y …. Contaminan, deslocalizan, cierran ¡qué más da! Las empresas se llevan las subvenciones concedidas para su instalación y luego se largan. ¡E incluso venden los terrenos! Nadie reclama nada. Pero luego tenemos que subvencionar las jubilaciones anticipadas, el paro indefinido, las bajas incentivadas ¡qué se yo! Todo el mundo comiendo de la “sopa boba”. A nadie se le exige un trabajo a cambio de las prestaciones monetarias, a nadie se le obliga a que asista a cursos de formación, a nadie se le cantan sus deberes de contrapartida. Nada: al bar a echar una partidita.
Los gobiernos ¡tienen tanto respeto reverencial por las grandes empresas! Por eso ahora se disponen a dar dinero y más dinero, el nuestro, a bancos que no lo necesitan, a empresarios que van a utilizar la picaresca de siempre, a sindicatos corruptos, ¡a familias con problemas con la hipoteca! Pero ¿quién les dijo que se hipotecaran? ¿Por qué no alquilaron en la medida de sus posibilidades? O sea, que también vamos a subvencionar a los que han jugado a nuevos ricos… ¡el colmo! ¿Dónde está la pedagogía política? ¿O es que la nueva pedagogía política tiene mucho que ver con el caciquismo de antaño?
De verdad, que este Estado asistencial es el camino más seguro hacia el fracaso económico y personal. ¿Por qué no se exigen esfuerzos a la ciudadanía en lugar de repartir limosnas? Por eso somos como los niños: gordos, fofos, pasivos…
CASANDRA

5.11.08

YES, WE CAN

YES, WE CAN

Me dormí en una noche histórica, pero hoy a las 6:30 ya estoy conectada al mundo con la euforia de nuestra victoria. ¿Victoria? No, todavía no. Más bien de la inyección de este raudal de energía para el mundo. El triunfo no lo dan unas elecciones, sino las acciones y el modo de vida de la gente, lo que me sirve de punto de partida para esta reflexión a vuela pluma. “Sí, nosotros podemos”. ¿Quiénes podemos? ¿Los partidos políticos? NO, “nosotros”, la gente.
He escrito últimamente sobre la “burbuja política”, que no es más que una inflacción de la democracia convertida en “partidocracia”. Tal vez Obama ha sabido entender esta deriva hacia la nada. Su campaña y sus discursos han sido un modelo de lo que podría ser la nueva política real, la implicación en los asuntos de la “polis”, lejos de visiones miopes, ajenos a carguitos y a representaciones vacuas. No le he oído hablar del “Partido Demócrata”, sino de la gente, de la vida, de las posibilidades, de la imaginación, de la fuerza, del futuro de un pueblo y de un mundo. De hecho, la juventud, ese futuro y presente, se ha implicado como nunca, hasta en las donaciones al candidato que, por primera vez, no han venido de las grandes corporaciones, sino de la ciudadanía, de dos millones de donantes, cuyo techo máximo era de 2.300 dólares. La desafección de los jóvenes por los políticos proviene de la desafección de los políticos por los jóvenes. Una desafección que nace de no entender los fundamentos de la política. El corporativismo de la clase política es ya tan repugnante, que la ola que ha levantado el estilo Obama tiene que barrer ese país de “liliput”, de pequeños hombrecitos y mujercitas en busca de su silloncito. Esa política de “la señorita Pepis”.
Desde hoy puede ser nuestro momento, si nos dejan, pero no: “Nosotros podemos”. No se trata de pedir o de recibir limosnas de los gobiernos, sino impulso para crear una vida nueva, una decisión clara de no poner obstáculos a nuestras iniciativas, a nuestra enorme energía para vivir, a nuestros sueños y proyectos. Sí, ha llegado el momento para dar paso a la gente, para dar paso a la humanidad que lucha por su futuro, por su supervivencia, por su unión en torno a los deseos más profundos que nos animan. Como ha dicho Obama, “las pasiones nos han desunido, pero no nos han quebrado”, es decir, que las personas, más allá de nuestras pequeños intereses, queremos las mismas cosas: amor, conocimiento, paz, equidad en las diferencias, salud, cultura, medios suficientes para vivir con dignidad, libertad –no de mercado-, sino de vida.
Ante las crisis que nos aquejan, no he oído a ningún dirigente hablar de la gran oportunidad que supone. Nadie ha dicho “este modelo ha fracasado”, cambiemos nuestro estilo de vida, sino de “refundemos el capitalismo”. Nadie ha puesto a disposición de las iniciativas de la gente el dinero necesario, sino que la disposición de dinero, de nuestro dinero, ha sido para los bancos, el alma del capitalismo. Ya está bien de decisiones monetaristas. Ya esá bien de darnos los peces y hurtarnos la caña para pescar.
Ahora entiendo por qué Hilary Clinton no venció a Obama. Ella representaba el “aparato”, lo “políticamente correcto”, sin pasión, sin mojarse por la gente. Por eso, una cantidad nunca vista de mujeres ha votado por Obama. Esperemos que Obama no sea engullido por ese terrible aparato partidista, por la burbuja anodina de la Casa Blanca, por los números, por las encuestas, por el orgullo ridículo de mandar, en lugar de por la enorme responsabilidad de gobernar, de organizar, de representar la soberanía popular que le ha llevado al poder. Cuando veo nuestro Parlamento casi vacío un día y otro me indigno contra la clase política. Una de dos: o cambiamos el modo de hacer política o habrá que despejar a corner a los que no estén a la altura de este momento histórico.
CASANDRA